Hoy he leído este hilo de Ángel Jiménez, redactor de El Mundo entre otros medios.

Hilo completo: https://x.com/angeljimenez/status/1935974966354178318

Y me ha hecho reflexionar.

En el hilo habla de las declaraciones del CEO de Cloudflare, Matthew Prince, te pongo en contexto:

Hace 10 años, Google rastreaba 2 páginas por cada visita que enviaba.
Eso es razonable: si un buscador te da tráfico, puede que también necesite rastrear contenido para saber si eres relevante.

Hoy, esos ratios se han disparado:

  • Google: 18 páginas rastreadas por cada visitante que envía.
  • OpenAI: 1.500 páginas por cada visitante.
  • Anthropic: 60.000 páginas por cada visita.

¿Por qué esto es un problema para los medios?

Porque los bots se están llevando el contenido, pero ya no mandan lectores a las webs.

  • Antes: Los buscadores rastreaban y luego dirigían tráfico a los medios → el lector leía la noticia → el medio ganaba dinero por anuncios.
  • Ahora: Las IA se llevan el contenido, lo resumen y lo muestran directamente → el lector ya no entra en la web → el medio no gana nada.

Prince lo resume así:

“La gente ya no sigue las fuentes. Se queda con el resumen de la IA.”

¿Y qué quiere hacer Cloudflare?

Está preparando una herramienta para bloquear el "scraping" de contenido por parte de bots, con el apoyo de los principales editores del mundo. Ya han lanzado una funcionalidad que bloquea bots que ignoran directivas como “no crawl”.

El objetivo: detener a startups tecnológicas que se aprovechan del contenido sin permiso.

Hasta aquí todo bien, pero...

¿Y si ya nadie quiere buscar como antes?

El problema no es solo que los motores de búsqueda hayan cambiado las reglas del juego, sino que el propio juego se ha trasladado a otro estadio.

Cada vez que alguien formula una pregunta, la respuesta le llega empaquetada en un párrafo que parece suficiente, impecable, directo y que parece que dice lo que el lector quiere ver. Un texto que reafirma lo que busca.

Por otro lado, tú, como periodista o generador de contenido, sigues pagando reporteros, fotógrafos, editores, correctores y servidores, pero la audiencia ya no necesita entrar a tu web para saciar su curiosidad e informarse.

Empiezas a notar cómo se erosiona tu modelo de negocio a cámara lenta y, al mismo tiempo, a velocidad de vértigo:

el CPM baja porque no hay impresiones,

las suscripciones se estancan porque el valor percibido se diluye

y los anunciantes buscan otros lugares donde exponer sus logos.

Intentas compensar con newsletters premium, podcasts, eventos presenciales, paywalls flexibles… pero la hemorragia continúa.

Te preguntas cuánto tiempo más podrás sostener la redacción antes de empezar a recortar en investigación, a despedir talento, a sacrificar profundidad por titulares que seduzcan a un algoritmo que tal vez ni siquiera necesite leerlos para piratear su esencia.

En ese punto, la propuesta del CEO de Cloudflare parece un chaleco salvavidas: un escudo que frena a los rastreadores, alianza de editores, cartel antibots.

Celebras la iniciativa porque, al menos, alguien planta cara a quienes chupan de tu contenido sin repartir la tarta.

Pero, si te paras a pensarlo bien hay muchas lagunas...

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El fin del periodismo.