Nos pasamos la vida acumulando.
Casas, coches, dinero, ropa, gadgets...
Nos convencemos de que poseer es sinónimo de seguridad, de éxito, de control.
Pero en realidad, no somos dueños de nada.
Así es, no me he vuelto loco.
Un día todo se acaba y es que, si te paras a pensarlo, solo estamos de paso, solo ocupamos un espacio temporal, solo gestionamos recursos que, tarde o temprano, dejarán de ser nuestros.
Piensa en la casa que compraste con tanto esfuerzo. Algún día será de otra persona.
El coche nuevo que tanto deseabas, en unos años será chatarra o estará en manos de otro dueño.
Incluso el dinero que acumulas, aunque parezca darte poder, es solo una herramienta que se acabará (des)gastando con el tiempo.

Y lo más importante: ni siquiera eres dueño de tu tiempo. Te lo quitan las obligaciones, las responsabilidades, la rutina... Y lo que no aprovechas, simplemente desaparece.
Pero entonces, si no somos dueños de nada, ¿qué nos queda?